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OSTEOPOROSIS I
La osteoporosis es una enfermedad degenerativa asociada al envejecimiento. Se debe a la pérdida de la trama ósea, es decir, la estructura interna del hueso formada por fibras de colágeno en un 90% al que se adhieren minerales como el calcio y el fosforo en forma de hidroxiapatita, para fortalecer al hueso. Por tanto, en caso de disminución de la trama ósea también hay una pérdida de minerales y un debilitamiento de los huesos conocido como osteopenia. La estructura del colágeno se crea a nivel atómico como una estructura semicristalina, es decir hay un orden repetitivo regular de átomos en dos dimensiones, y esto le da una fuerza enorme, siendo tan fuerte como el acero. Esta propiedad es muy importante para todo el organismo dado en la cantidad de sitios donde está presente, pero sobretodo en los huesos.
Con el movimiento y ejercicios que realizamos diariamente es lógico pensar que los puntos sometidos a presión se desgastarán, hasta producirse fracturas espontáneas; pero eso no es así porque nuestros huesos son una estructura viva que constantemente se está remodelando, precisamente para evitar ese desgaste. Nuestro tejido óseo constantemente se está deshaciendo mediante unas células que se llaman osteoclastos y a la vez se está reconstruyendo mediante otras células llamadas osteoblastos, que son las encargadas de sintetizar la matriz ósea y adherirle los minerales necesarios para formar el hueso. Es papel que juegan los osteoclastos es absolutamente necesario para poder remodelar el hueso, sino sucedería un crecimiento constante, ocupando otros espacios.
Con la edad y otros factores la actividad de los osteoclastos aumenta, mientras que la de los osteoblastos se ralentiza. Es por este motivo por el que los huesos se vuelven más frágiles a medida que envejecemos.
El colágeno es omnipresente en nuestro organismo, no solo forma la fascia, además le da la resistencia a los tendones (conforma el 80%-90% de los tendones en peso seco) , a los ligamentos (mismo porcentaje que los tendones), le proporciona la resistencia a los cartílagos de las articulaciones (conforma el 50%-70% de los tendones en peso seco), está presente en las paredes arteriales (10-25% peso en seco), es la matriz donde se depositan los minerales en los huesos para proporcionarles su resistencia (90% del peso en seco y desmineralizado), forma el hilo con el que nuestro organismo cicatriza las heridas, está presente en la piel en un porcentaje de entre el 50% y el 70%; está presente en el pulmón (10% ) y en el hígado (4%), en las paredes de las arterias e incluso forma la lente del ojo. Presenta propiedades notables. Está formado por una triple hélice a semejanza del ADN, pero con tres hilos en lugar de dos. A su vez cada una de esta triple hélice se combina con otras dos para formas una triple hélice de tres hélices que se llama microfibrilla. Estas fibras de colágeno se orientan a lo largo de las líneas de tensión del cuerpo. El colágeno no solo muestra gran resistencia a la tracción sino que además tiene propiedades eléctricas, como son la conducción de impulsos eléctricos actuando como un semiconductor y la piezoelectricidad, que es la propiedad que tienen determinados cristales de generar electricidad cuando se presionan, como lo hace el cuarzo de las agujas en los antiguos discos de vinilo para leer la música grabada en ellos, o en los mecheros en que un embolo le da un golpe violento a un cristal de cuarzo y eso genera tensiones elevadas que sirven para encender el gas. Esto significa que cuando movemos cualquier parte del cuerpo estamos creando pequeñas corrientes eléctricas, es decir estamos mandando información al resto del organismo, y sobre todo lo más importante en el caso que nos ocupa manda señales eléctricas a los osteoblastos, para que reconstruyan el hueso.
Factores de la osteoporosis: El primer factor que debilita los huesos es el sedentarismo. No moverse lo suficiente durante el día, no cargar pesos y no activar los músculos es la principal causa de la destrucción ósea. Pierre Curie, Premio Nobel de Física en 1903 junto a su esposa Marie, fue quien descubrió que una inmovilidad prolongada debilita los huesos. Al movilizar los músculos estos ejercen presión sobre los cristales de hidroxiapatita y se genera una corriente piezoeléctrica por la presión que ejercen sobre las fibras de colágeno. Además de estimular a los osteoblastos, como se ha indicado, el efecto piezoeléctrico induce la dilatación de los vasos sanguíneos capilares encargados de nutrir el tejido óseo. Es decir, que, sin este efecto producido por el movimiento y la carga de peso, los huesos están peor irrigados y reciben menos nutrientes. Como consecuencia se reduce su energía, así como el aporte de minerales. Además, los huesos se vuelven más sensibles a la inflamación, lo que a su vez estimula la acción de los osteoclastos a la hora de destruir la estructura ósea. Este proceso es el que explica que aquellas personas (incluso jóvenes) que están inmovilizadas durante mucho tiempo o que experimentan un estado de ingravidez como los astronautas sufran una pérdida de masa y solidez ósea.
El segundo factor es la inflamación. Una dieta demasiado rica en proteínas de origen animal como es la carne produce una inflamación crónica en nuestro organismo. Ahora bien ¿por qué la carne es inflamatoria? La carne es rica en leucina, un aminoácido que estimula la producción de proteínas que juegan un importante papel en los procesos inflamatorios y además es muy rica en ácido araquidónico que es el precursor de unas sustancias llamadas postaglandinas inflamatorias que genera nuestro cuerpo para inflamar, por ejemplo, una herida y hacer que acudan a ella los leucocitos para defendernos de la infección. No es cuestión de hacerse vegetariano estricto, pero sí de reducir el consumo de carne, reservándola para ocasiones especiales. Los contaminantes y muchos aditivos de los productos cárnicos procesados, también son inflamatorios.
Nutrientes esenciales para la salud ósea:
El zinc actúa como catalizador en los procesos de sintetisis de los componentes celulares. Sin él los osteoblastos y los osteoclastos no pueden multiplicarse, por lo que supone un mineral clave en la reconstrucción ósea. Asimismo, sin zinc no hay colágeno, osteocalcina ni proteínas matriciales (las dos últimas se unen a los cristales de hidroxiapatita para conferir solidez al hueso). El 20% del zinc de nuestro organismo se encuentra en los huesos. Se concentra en las llamadas “zonas de calcificación” e interviene en la multiplicación de los osteoblastos, así como en la síntesis del colágeno de la estructura ósea. Ahora bien, numerosas investigaciones han concluido que más del 80% de la población no recibe los aportes de zinc recomendados: unos 15 mg diarios como mínimo. Esta cifra preocupa especialmente si tenemos en cuenta que con la edad el zinc se absorbe peor, y que además la falta de movilidad contribuye a una mayor pérdida de este mineral a través de la orina.
Vitamina B6: La matriz ósea tiene su resistencia debido a la colocación de las fibras de colágenos formando una trama, parecida a los tejidos textiles, en la que las fibras están colocadas en forma de rejilla. Para la labor de ensamblaje tiene gran importancia la enzima lisil-oxidasa. Esta enzima se activa gracias a la fosforilación (gracias al magnesio, responsable de todas las fosforilaciones) de la vitamina B6. Por lo tanto, la vitamina B6 es clave para la prevención y el tratamiento de la osteoporosis. Diversos estudios realizados en animales han demostrado que un déficit de esta vitamina afecta a la capacidad de reparación de las fracturas. Y otras investigaciones han concluido que la carencia de vitamina B6 entre la población supera incluso a la de zinc, hasta el punto de que más del 90% no alcanza los aportes recomendados: en torno a los 2 mg diarios.
Magnesio: El magnesio es necesario para consolidar la trama ósea a través de la activación de la vitamina B6, pero su función no acaba ahí. También es el catalizador de todo lo relacionado con la producción y el ahorro de energía: la energía del organismo proviene de la molécula ATP (adenosín trifosfato), que el magnesio se encarga de catalizar. Por otra parte, todas las tensiones, ya sean tóxicas, inflamatorias o incluso psicológicas, provocan un consumo excesivo de energía. Y, obviamente, sin energía no hay remodelación ósea. Pues bien, el magnesio es el encargado de regularla para evitar que se desperdicie. Asimismo, numerosas investigaciones han demostrado que tiene un efecto sedante sobre los glóbulos blancos, que a su vez son uno de los principales responsables de que se produzcan los procesos inflamatorios. En otras palabras, que el magnesio también es antiinflamatorio. Más de la mitad del magnesio del organismo se encuentra en los huesos. Por ello, cuando cae el nivel de magnesio en sangre el organismo recurre al óseo. Por último, este mineral también interviene en la hidroxilación de la vitamina D, que tiene menor nivel sanguíneo tras la menopausia y en las personas mayores. De hecho, el déficit de magnesio está asociado con una reducción del nivel circulante de vitamina D, ya que afecta a su correcta asimilación por parte del organismo. En resumen, el magnesio tiene un gran interés para la prevención de la osteoporosis tras la menopausia y en personas mayores dado el importante papel que en esas etapas desempeña la vitamina D. la dosis recomendada es de entre 400 y 600 mg.
2019-09-17
Osteoporosis I, consejos para su tratamiento natural
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